Miguel Enríquez: La Pasión por la Vida y la Revolución

Un verdadero revolucionario que más allá de aciertos y errores le dedico su vida a la lucha por la liberación del hombre y la mujer explotada.

Ofreció y entregó su vida a la lucha revolucionaria. A 49 años de su muerte en combate, el 5 de octubre de 1974, vayan estas palabras como humilde ofrenda a quien, durante la noche oscura de la dictadura cívico militar, resistió por casi un año la persecución golpista; a quien no se asiló en ninguna embajada ni se entregó a la cobarde maquinaria del crimen sostenida por el Imperialismo Norteamericano; a quien trabajó políticamente en la clandestinidad cuando todos los chilenos temblábamos de miedo; a quien se mantuvo despierto mientras nosotros dormíamos; a quién soñó un futuro de bienestar, justicia y abundancia para todos y puso manos a la obra. 

Su compañera, Carmen Castillo, nos cuenta que Miguel, a pesar de que se sabía acechado por la muerte, no hablaba nunca de ella pues tenía un gran amor a la vida.

Y como buen revolucionario, agregamos nosotros, expresaba ese amor en su entrega a la causa del pueblo pobre. Quienes regalan generosamente su vida, como Miguel, como el Che Guevara, como Ho Chi Minh (“el que ilumina”), como Víctor Jara, como nuestro Salvador Allende, estarán siempre en el ojo del huracán, porque los “espíritus serios” en el poder, odian la vida que se despliega con libertad, que se comparte con los más desposeídos y que se sacrifica por amor a la vida misma, y al pueblo que avanza hasta la victoria final.